El digital de Albacete
Alpera desveló sus secretos a
los senderistas
Este domingo, día 22 de marzo, tuvo lugar la sexta de
las rutas que la Diputación Provincial de Albacete organiza dentro de la II
Edición de Rutas de Senderismo. Anteriormente, los participantes visitaron
Almansa, Villalgordo de Júcar, Madrigueras, Chinchilla y Alcaraz y ahora tocaba
disfrutar de los rincones de Alpera.
La ruta se
denominaba “El bosque- Monte Pinar”. Con una dificultad técnica media-
baja, un recorrido de 18 kilómetros y aproximadamente cinco horas de duración.
La ruta en
primera persona
El día empezaba cubierto pero no con mucho frio, tras
tomar un café en el pueblo, alrededor de las nueve de la mañana,
comenzamos la ruta, atravesamos el pueblo hasta llegar a la ermita de San
Roque. Construida a finales del siglo XVIII con las limosnas de los vecinos
ante el fin de una “epidemia de calenturas malignas” después de invocar a San
Roque.
De planta en forma de cruz latina, sobre el cruce de
las naves se encuentra la cúpula sobre pechinas, coronada por una linterna de
ladrillos macizos de una gran perfección que sirve para dar luz al crucero. La
fachada principal tiene forma trapezoidal con el fin de ocultar los
contrafuertes laterales, rematada con una espadaña, elemento que distingue a
las iglesias parroquiales de las ermitas y conventos. San Roque fue
declarado el patrón de la localidad y se instauró su fiesta el 16 de agosto.
Ya desde aquí, un poco más adelante,
salimos del pueblo por un camino dirección a El bosque, nuestro siguiente
destino, y lugar en el que se encuentra uno de los lugares más conocidos de
Alpera, como es la Cueva de la Vieja. Transitamos por un camino rodeado
de viñas, olivos, almendros y terrenos de cultivo, también aparecían las
primeras aliagas con sus flores de un amarillo intenso, junto a distintas
especies aromáticas como romeros y tomillos. Poco a poco vamos cogiendo altura
y la temperatura era idónea para andar por el monte, con el buen olor que
desprendían las plantas y la preciosidad del paisaje que contemplábamos
conforme íbamos subiendo.
Llegamos al paraje de El bosque, que es uno de los
miradores privilegiados de Alpera y sus alrededores, desde donde se puede observar
el Castellar de Meca, aquí también se encuentran ubicadas las pinturas
rupestres, en La Cueva de la Vieja. Se trata de una de las estaciones con
arte rupestre más relevantes del sector oriental peninsular que, desde 1998, ha
sido declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial.
Es un abrigo de notables dimensiones en el que se
conservan motivos pintados representativos de dos artes prehistóricos: el Arte
Levantino y la Pintura Esquemática. El reconocimiento de su valor como
documento prehistórico fue ratificado en 1924 al declararse Monumento Histórico
Artístico de Ámbito Nacional. En cuanto al Arte Levantino hay que decir que es
una expresión creencial de los últimos cazadores-recolectores epipaleolíticos
que poblaron las sierras alperinas entre los años 10.000 y 6.000 años antes del
presente. Esta expresión plástica, exclusivamente pictórica, figurativa,
monocroma, con un procedimiento técnico muy singular logrando el característico
trazo de pluma levantino, conserva -en la que ha sido calificada popularmente
como “una cueva de lujo”- más de 170 motivos pintados, en una notoria
diversidad de tamaños y de opciones. Todos los motivos son de color rojo,
realizados con pigmentos minerales y pintados con plumas de ave. La Cueva de la
Vieja fue el lugar escogido por los grupos prehistóricos, probablemente durante
milenios, para llevar a cabo una serie de rituales entre los que se encuentra
la propia acción pictórica; todos los cuales forman parte del mundo de las
creencias. Es un auténtico santuario en el que la acción humana y el entorno
natural forman una particular simbiosis, eso nos contaba Rafael Jara Pozuelo,
bibliotecario del pueblo, que en esta ocasión hacía de guía turístico.
Aprovechamos la parada para almorzar y degustar el vino de la zona vinos de la Bodega Santa Cruz de Alpera (cerca de Alcalá del Júcar).
Ya con fuerzas y visitada la cueva
continuamos marcha ahora de bajada hacia Monte Pinar – Dehesa, rodeada
de numerosos vallejos y flanqueada por amplias cañadas, que por su
carácter calizo filtra las aguas de lluvia dando lugar a numerosos
afloramientos de manantiales en los valles circundantes. Su vegetación
mayoritaria está formada por carrascas y coscojas, algún roble, sabinas y
pinares de repoblación, ya que no se ha librado de incendios forestales
en el pasado. Esta zona ha tenido un aprovechamiento cinegético muy
importante, en su interior existe un vallado cinegético, propiedad de
Junta, dedicado a la cría de venados.
Conforme avanzábamos empezaba a llover,
no con mucha intensidad aunque poco a poco te empapabas, rápidamente a
sacar los ponchos y acelerar un poco la marcha, pero en breve la lluvia
cesó. El camino variaba, igual andábamos por pista como por senda o
atravesando bancales, con los pies cada vez más pesados a causa del
barro, aunque sin pedida ya que íbamos bien guiados por parte de los
componentes la Asociación Veredas y Caminos de Alpera.
Atravesamos distintos parajes como “El
Seg”, pasando por “El Chorillo” y las fincas de “El Reviejo “y “La
Zarzuela” donde volvió a llover con algo más de intensidad, aunque
luego salió el sol que nos acompaño hasta nuestro destino final en La
Casilla de los peones, situada en la carretera de
Alcalá del Júcar y
donde nos prepararon una deliciosa y copiosa comida a la lumbre.
La siguiente ruta será el próximo sábado 28 de Marzo a Bienservida, una
ruta denominada “La Pileta y el Tejo de Bienservida” de 15 kilómetros
de distancia, de una dificultad media-baja con salida a las 9:30 h.
desde el Puerto de la Sierra.